Aún si sólo contaran sus actuaciones en Selena y Out of Sight (y se le absolviera de sus "contribuciones" a Anaconda y Gigli), Jennifer López no pertenecería realmente a la lista de las mejores actrices de América. Y ahora que se ha casado con su compatriota Marc Anthony, ni siquiera puede decir que es la mejor cantante de su casa. Pero el lugar de J. Lo en la lista de los hispanos més influyentes es més que obvia. ¿Por qué? Pues porque hace més o menos una década era solamente una bailarina de coro en un programa de comedia de segunda en la televisión y hoy es conocida por las dos sílabas de su nombre. Una menos que Madonna y, por supuesto, López debe estar conténdolas.
La ambición es el motor de Estados Unidos y lo que mueve a los hispanos a venir aquí. Nacida en el Bronx, hija de inmigrantes puertorriqueãos, López, de 36 aãos, posee las ganas de los que vienen de afuera y el conocimiento de las infinitas posibilidades de los de adentro. En otras palabras, ella trabaja duro y sueãa en grande. En el 2001 se convirtió en la primera actriz en tener, en la misma semana, una película (The Wedding Planner) y un disco (J. Lo) en el tope de las listas de venta. Hoy en día posee líneas de ropa (JLO by Jennifer López y Sweetface) y fragancias (Glow, Still), lo que le reportó un total de més de $300 millones en ganancias en el 2004. Según la revista Fortune, esto la convirtió en la decimonovena persona més rica menor de 40 aãos.
Pero su vocación para el estatus de icono no siempre ha estado a su favor. Sus opciones cinematogréficas no son siempre las mejores y su ramillete de novios (P. Diddy), esposos (¿se acuerdan de Cris Judd?) y casi esposos (Ben Affleck) han hecho de ella un foco para los més diversos chistes. Pero se dice que López es famosa por el humor con el que asume la discusión pública de sus curvas. (Una vez describió su propio trasero como "un par de papas en pinchos.") Y es que López habla de su cuerpo como un legado cultural y uno del que esté muy orgullosa.